martes, 2 de enero de 2007
Introducción: condiciones de vida de la clase obrera
La revolución industrial y la ideología capitalista que le va a servir de base, traen consigo una serie de problemas para una de las nuevas clases sociales que van a surgir con ella: el proletariado, que estará formado por antiguos artesanos y obreros agrícolas que quedan desplazados por la revolución agrícola (éxodo rural).
El primer capitalismo, se va a basar en la competitividad, en la libertad absoluta para el empresario en todos los aspectos, incluido la contratación. El único fin es la obtención de rápidos beneficios. Al objeto de reducir gastos y aumentar los beneficios las fábricas no tienen las condiciones mínimas para el obrero.
Mientras que en el trabajo artesanal o gremial de la época preindustrial, el trabajo constituye una actividad directa, en el trabajo industrial se va a producir la deshumanización. Además la introducción de la máquina va a plantear una serie de problemas sociales, dando lugar a una mano de obra con salarios bajos, el paro, horarios excesivos, trabajo infantil...
Debido a esta mala situación, se va a producir el hacinamiento del proletariado en los suburbios de las grandes ciudades industriales.
Al obrero se le exigían unas 14 ó 16 horas diarias, incluidos domingos y festivos. El salario era oscilante, aunque lo normal era que bajase, debido al gran número de parados. Además los patronos acuden a la mano de obra femenina o infantil, más barata.
El patrón tenía libertad absoluta de contratación, por tanto, el paro va a ser el gran problema del obrero industrial.
En los primeros momentos de la industrialización, los obreros van a centrar sus iras en las máquinas (movimiento mecanoclasta), viendo en ellas a los culpables de su situación.
Inglaterra, iniciadora de la revolución industrial, también va a ser la pionera de las luchas obreras. En 1824 se consigue la abolición de la Combination Law (ley sobre asociaciones que identificaba a estas como grupos políticos sediciosos y antigubernamentales.